jueves, 7 de junio de 2012

Cómo anular a una persona

"El peor daño que se le hace una persona es darle todo. Quien quiera anular a otro solo tiene que evitarle el esfuerzo, impedirle que trabaje, que proponga, que se enfrente a los problemas (o posibilidades) de cada día, que tenga que resolver dificultades.

Regálele todo: la comida, la diversión y todo lo que pida. Así le evita usar todas las potencialidades que tiene, sacar recursos que desconocía y desplegar su creatividad. Quien vive de lo regalado se anula como persona, se vuelve perezosa, anquilosada y como un estanque de agua que por inactividad pudre el contenido.

Aquellos sistemas que por "amor" o demagogia sistemáticamente le regalan todo a la gente, la vuelven la más pobre entre las pobres. Es una de las caras de la miseria humana: carecer de iniciativa, desaprovechar los talentos, potenciales y capacidades con que están dotados casi todos los seres humanos.

Quien ha recibido todo regalado se transforma en un indigente, porque asume la posición de la víctima que sólo se queja. Cree que los demás tienen obligación de ponerle todo en las manos, y considera una desgracia desarrollarse en un trabajo digno.

Es muy dificil que quien ha recibido todo regalado, algún día quiera convertirse en alguien útil para si mismo. Le parece que todos a su alrededor son responsables de hacerle vivir bien, y cuando esa "ayuda" no llega, culpa a los demás de su "desgracia" (no por anularlo como persona, sino por no volverle a dar). Solo los sistemas más despóticos impiden que los seres humanos desarrollen toda su potencialidad para vivir. Creen estar haciendo bonito, pero en definitiva están empleando un arma para anular a las personas. (No quiere decir que la caridad de una ayuda temporal no sea necesaria en momentos especiales)."

Recorte de un artículo encontrado en Facebook.

lunes, 5 de diciembre de 2011

De cómo cometer errores y estar agradecida por ellos.

Era una joven con ansias de volar libre cual pájaro. Nunca había creído en el amor hasta que llegaste a mi vida. Te propusiste enamorarme y nada te paró hasta conseguirlo. Todo era felicidad. Llega el momento, voy a mudarme a la ciudad para estudiar en la universidad y, con ella, los malos momentos. Penas por la distancia, pero también celos, inseguridades, sentimientos de propiedad y posesión, egoísmo. Comienzo una nueva vida, conozco gente. Las personas cercanas a mí comienzan a marcar distancias conmigo-con nosotros, más tarde descubriré que no estaban de acuerdo con tu trato hacia mí. Dos mundos diferentes. Aspiraciones que van más allá de presumir de pareja, coche, móvil o equipo de música. Desplantes en los que se echan en cara los buenos gestos hechos para compensar los mismos. El primer amor y con ello, inexperiencia, pensar que la palabra está sobrevalorada y esta es la realidad. Dependencia. Más celos, inseguridades y ansias de posesión. Miedo. Miedo de tomar una decisión "sin estar segura al 100%" y arrepentirse; pero también miedo de no tomarla, seguir adelante y arrepentirse al mirar atrás. Amenazas de "si te vas, es para siempre, no hay marcha atrás", y también algunas de suicidio. El peso de los años. Familia, amigos. Dudas, muchas dudas. Discusiones, crecientes en frecuencia e intensidad. Se acabó, la decisión está tomada.

Y, aunque parezca extraño, estoy agradecida. Porque desde hace mucho sabía qué quería estudiar. Pero, aunque pensaba que se me quedaría grande y no estaba segura de poder soportar cinco años más estudiando, elegí la "Superior" frente a la "Técnica" para poder estar un poco más cerca de ti. Y no me está yendo nada mal, la verdad. Porque descubrí que me encantaba la vida y la gente que conocí en aquella ciudad. Porque has hecho de mi una persona más fuerte. Porque esas inseguridades que me mantuvieron atada a ti me hicieron volar con más energía cuando me desprendí de tus cadenas, y por eso he dado el salto al extranjero. Y, lo más importante, porque si no hubiese elegido la "Superior" en aquella ciudad, nunca le habría conocido a él. Por todo esto, y probablemente algunas cosas más, gracias.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Golpe de realidad.

Es lo que acabo de recibir ahora mismo. Mi motivación ha llegado a mínimos críticos. ¿La razón? Una larga historia, la cual me dispongo a contar.

Soy estudiante de ingeniería en España y, gracias al programa de Doble Titulación, también de Máster en Alemania. Hasta aquí todo bien.

¿Por qué elegí Alemania y Doble Titulación? Las razones son varias: mejorar inglés y alemán, cambiar de aires, recibir dos títulos a cambio de sólo un semestre extra de estudios y especializarme como yo quiero. ¿Por qué subrayo esto último?

Ahora llega el momento de profundizar un poco más en temas académicos. En España, mi carrera tiene tres especialidades (A, B y C), de las cuales una odio (C) y las otras adoro (A y B), pero mi plan de estudios dice que sólo puedo elegir una e ir hasta el final. En cambio, en Alemania tengo seis bloques de optativas (A1, A2, B1, B2, C y D), y el plan de estudios dice que debo coger asignaturas de 3-4 bloques, ¡genial! No sólo puedo, sino que debo hacer mis adoradas A y B.

En este momento la cosa se complica. Primero, por otro punto del intercambio, el contrato entre las universidades. Del total de 120 ECTS, debo convalidar 30 con asignaturas que he hecho en España y cursar 90. Pero el principal problema son las asignaturas troncales, cuyo contenido debe coincidir al 100%. Segundo, porque el Bachelor (homólogo del Grado en España) es aquí mucho más general que en España, y ya se sabe: "quien mucho abarca, poco aprieta". Por eso en el Máster (4º año para los alemanes), enseñan cosas que yo aprendí en mi 2º año, si bien tengo que reconocer que saben bastante de otros temas (no relacionados ni con mi ingeniería ni con mi Máster) de los que yo no tengo ni idea.

Resumiendo, vine a Alemania con la idea de especializarme, de hacer lo que me gusta, con ansias de aprender, y me encuentro completamente estancada con asignaturas cuyo contenido dejé hace un par de años atrás en España. Deswegen.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Heaven.

"Heaven is, where the policeman is British, the lover is Italian, the cook is French, the engineer is German... and it is all organized by the Swiss."

Aunque según la frase no hay lugar en el paraíso para los españoles y es básicamente una sarta de topicazos, me hizo gracia en su momento :P

domingo, 18 de septiembre de 2011

Una pieza para el puzzle.


Siempre he tenido un gran puzzle al que le faltaba una pieza. Quedó así muchos años hasta que, de repente, una mañana me encontré con que este hueco había sido ocupado. No me disgustó, así que lo dejé tal y como estaba. Mi puzzle quedó una larga temporada en ese estado hasta que un día, mirando de cerca, me di cuenta de que esta pieza sobresalía. Por más que traté de hacerla encajar, parecía imposible. Al final quité la pieza, pero está quedó mal parada.

Después de todo esto, decidí dejarlo estar y no volver a perder el tiempo en esto. Sin embargo, aparecieron montones de piezas. La mayoría de ellas no encajaba y las deseché rápidamente. También hubo dos que, aunque parecía que encajaban, no ocupaban completamente el hueco. Pero una pieza no puede quedar tan holgada en mitad de un puzzle. Finalmente, la primera también salió mal parada y la segunda, después de la experiencia anterior, pude quitarla sin problemas.

Al cabo de tantos intentos, quedé intrigada por la forma de ese hueco. Tal fue así que encontré uno que casaba perfectamente pero con colores que no cuadraban con el resto, y no dudé ni un momento en dejarlo ahí. Por unos meses estuve tranquila pero, un día, me decidí a colgar la obra en la pared. En este momento me di cuenta de que, a pesar de su forma, esa no era la pieza. Así que después de mucho esfuerzo y algunos rasguños, la pieza abandonó su lugar.

Por fin, hace unos seis meses, encontré por casualidad una pieza. Después de tanto ajetreo por este hueco, ¿por qué no probar? Para mi sorpresa, la pieza encajaba perfectamente. E incluso los colores también parecían combinan por completo. No sé si es la pieza, pero he decidido dejar de perderme en detalles. Creo que se acabó la búsqueda, me encanta el resultado tal y como está.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Semáforo.


Paradójicamente, un semáforo une y separa al mismo tiempo. Te separa de aquel que iba escasos metros por delante de ti y ha llegado a tiempo para cruzar, y te une al que habías dejado atrás, y que finalmente te ha alcanzado durante la espera. Por desviación profesional, también diré que los semáforos discretizan, puesto que sólo está permitido avanzar en instantes determinados de tiempo y pone en movimiento, en uno de éstos, a personas que han llegado en momentos diferentes.

Pero este semáforo no es el único que ha influido en mi vida. Una combinación de tres chupitos: rojo, verde y amarillo. Así es como comenzó una historia que ha cambiado mi vida en muchos aspectos, y hace un año de ello.

En relación a esto, acabo de ver un capítulo de "Cómo conocí a vuestra madre" con un diálogo que realmente me ha llegado:


"Ted: No, it's not an adventure, it's a mistake! 

Lily: OK, yes it's a mistake. I know it's a mistake, but there are certain things in life where you know it's a mistake but you don't really know it's a mistake because the only way to really know it's a mistake is to make the mistake and look back and say 'yep, that was a mistake.' So really, the bigger mistake would be to not make the mistake, because then you'd go your whole life not knowing if something is a mistake or not. And dammit, I've made no mistakes! I've done all of this; my life, my relationship, my career, mistake-free. Does any of this make sense to you?

Ted: I dunno, you said mistake a lot."


Sí, definitivamente el semáforo fue uno de estos errores… 

sábado, 27 de agosto de 2011

Un nuevo lugar, una nueva etapa.


Hace dos meses que he empezado esta aventura. He dejado atrás mucho, pero también he encontrado mucho.

En España, mucho bueno y mucho malo. En mi pueblo, en mi ciudad. Compañeros de clase que han devenido en grandes amigos, compañeras de piso que se vuelven confidentes, familia. Pero también muchas asperezas consecuencia natural de asentarse en algún lugar.

Dicen que de los errores se aprende y, siguiendo con el hilo anterior, me he propuesto comprobarlo. El año pasado pude vivir el dolor que se siente cuando los fantasmas del pasado resurgen, a pesar de haber quedado encajonados en otra etapa, otro tiempo, otro lugar. No quiero que vuelvan a asaltarme a miles de kilómetros. Así que mi decisión ha sido simple: cerrar la puerta a aquello que, desde la distancia, es susceptible de traerme sentimientos negativos. Ya no formaba parte de mi vida, yo sólo he puesto el punto.

En Alemania... bueno, llevo poco tiempo aquí, pero ya puedo entrever que también tiene lo suyo. Un país, una cultura, un idioma, un estilo de vida, él. Mi nuevo lugar, una burbuja multicultural. El trabajo, mis compañeros, las peleas con el inglés y el alemán. Gente amable y abierta de mente, otra también cerrada e intolerante. Como evidente extranjera, he recibido ayuda, apoyo y gestos cálidos, pero también he sido víctima del vandalismo provocado por el rechazo.

Con los años he aprendido a no mirar atrás. Sólo poner lo indispensable en los bolsillos y mirar hacia delante, o más bien, al frente y a los lados. A veces nos perdemos pensando en el pasado o el futuro y nos olvidamos del valor que tiene el momento presente, aquel que tenemos exactamente ahora delante y, una vez se va, es irrecuperable.

Sí, definitivamente estoy muy feliz por haber llegado hasta aquí. Pero esto es sólo el principio. Voy a abrir bien los ojos, sé que tengo muchas experiencias por vivir aquí, mucho que aprender de ellas. Y, como dice la gente del norte, “auf Wiedersehen!”.